Hace años que la
Cruzada no llega hasta allá, porque hacen falta dos camiones, uno que lleve la
gente de Vega del Toro para Puriales y otro que vaya directo para Viento Frío,
en San Antonio de Sur. Pero este año nos dijeron que lo del otro camión era
posible y mandaron para allá a Rafael, que es fundador de la Cruzada y puede
resistir un viaje largo y luego actuar como si nada.
Con las pilas recargadas, luego del descanso en Vega del
Toro, se abrió la puerta a una lejana comunidad que llevaba 5 años sin ver
pasar La Cruzada. Foto: Jorg Ricardo
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El camino para Viento
Frío es impresionante. Primero ves el Toa, a lo lejos, entrando y saliendo de
las montañas. Y las palmas y los árboles tropicales y el cielo que se une con
el mar en lontananza y las cascadas y las nubes que salpican las puntas de las
lomas. El camión iba muy rápido y el polvo se me pegaba en la cara. Entonces no
sabía si lloraba emocionada por el paisaje o por el polvo entrando en mis ojos.
Cuando los lugares
son muy alejados, lo mejor es ir de pie, porque se amortiguan los baches del
camino y a mí me gusta ir mirándolo todo y disfrutar la travesía sabiendo que
no será la última. Ir a Viento Frío es como un viaje en el tiempo. Luego de 10
kilómetros más o menos, comenzó a bajar la temperatura y el paisaje se
transformó totalmente. Ya no había palmas, ni ceibas, ni cielo azul, ni
manantiales que cruzaban las montañas; la vegetación parecía prehistórica.
Sobre la tierra crece un manto de helechos de varios tamaños y formas que se
mueven acompasadamente. Los helechos arborescentes y los pinos se alzan
erguidos contrastando con un cielo gris brillante.
Por su vegetación y calidad constructiva poco usual en esas
montañas, la carretera por la que transitamos es única. Foto: Jorg Ricardo
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Nuestro enorme camión llegó a tiempo para ahorrarles a los
niños la caminata de 3km desde La Obra hasta Viento Frío para ver el teatro. Foto: Jorg Ricardo
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Luego de 21
kilómetros y pico sin ver un solo ser humano en el camino imaginé encontrar en
Viento Frío una comunidad casi virgen, de campesinos bonachones que nos
esperarían con un jolgorio. Lo primero que me sorprendió fue encontrar
electricidad en un lugar tan intrincado y ver que la carretera está en
excelentes condiciones. Entonces pregunté qué se cultivaba allí y un muchacho
joven con cadenas y reloj y muelas doradas me respondió: “Aquí sembramos ma-
ma- ma- malanga”. Y luego me dijo que: “La- la- la- lata está a 100 y 80
pesos”. El muchacho tartamudo no tenía cara de haber sembrado mucha malanga en
su vida. Y la mayoría de los que vi allí tampoco tenían estampa de campesinos.
Sus ropas estaban nuevas y parecían traídas de Ecuador o de Rusia. Las mujeres
tenían uñas curvas de acrílico y algunas lucían pelos largos y estirados con
keratina. Tampoco nos esperaban con alegría. Se acercaron a la función con
sospecha y desdén.
En Viento Frío, al contrario de todas las demás comunidades,
nadie esperaba a La Cruzada. Cuando llegamos se pusieron a improvisar un lugar
para la actuación. Foto: Jorg Ricardo
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Los sembradores de malanga de Viento Frio fueron muy ríspidos
y tímidos. Un público que lleva 5 años sin teatro se vuelve complejo... Foto: Jorg Ricardo
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Pero Rafael, con su
payaso Quirimbolo, los enamoró en un cuarto de tierra y enseguida la gente
extraña de Viento Frío se empezó a reír. Y parecían todos niños alrededor del
payaso y su guitarra. Y cuando se terminó la función se quedaron tristes porque
les pareció demasiado corta y en agradecimiento nos dieron pan con huevo frito
y jugo de naranja.
...pero Rafael fue muy valiente y su payaso Quirimbolo se
ganó a los niños. Foto: Jorg Ricardo
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Yo creo que en Viento
Frío necesitan más el teatro que en otros lugares donde la gente se parece más
al paisaje, donde las sonrisas son todas blancas y la alegría recibe a los
cruzados. Yo creo que los camiones no deben faltar para llevar a los artistas
hasta allá y que la gente se ría libremente sintiendo que la alegría es más
valiosa que una gran lata de malanga.
Viento Frío es una comunidad pequeña, compleja y enajenada
por el trabajo de campo. Después de cinco largos años La Cruzada logró llevar a
unos rayitos de alegría con el teatro. Foto: Jorg Ricardo
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Más fotografías en: https://www.facebook.com/pg/jorgricardofoto/photos/?tab=album&album_id=1367113920057807
Busca más historias de La Cruzada en entradas anteriores de Cambio de Rueda.
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