sábado, 22 de septiembre de 2018

Irma de Los Naranjos





En La Cruzada se disfruta todo, incluso levantarse antes de que salga el sol para ir a dar funciones en las escuelas. En Yateras desde esta loma, amanece Felicidad, un pueblo que se parece a su nombre y subiendo se llega a un lugar increíble que nos enamoró como pocos.

 
Foto: Jorg Ricardo

 Por este camino llegaremos a casa de Irma en Los Naranjos, una protectora de La Cruzada. Ella quizás no se imagine que será nuestro más lindo descubrimiento del día y que aún hoy, sigue estando muy cerca de nosotros. 

 
Foto: Jorg Ricardo
  
Juan Carlos es el esposo de Irma, pero en esta vida tiene otra pasión femenina y otro orgullo que su hermosa yegua. Le encanta cepillarle las crines y pasarle la mano por el lomo para que se sienta amada. Cuándo le preguntamos a Irma si era feliz, ella contestó: “Yo soy feliz aquí en Los Naranjos, con mis animales, mi jardín, mi esposo y mi yegua nueva.” 


Foto: Jorg Ricardo

Irma desde hace varios años no puede ver la función de teatro. Mientras todos disfrutan de la obra ella está cocinando para la gente La Cruzada. Este día nos hizo un delicioso congrí con picadillo a la guantanamera. Se sentía bien el sabor de la leña y de los condimentos naturales sembrados y cosechados por ella misma.


Foto: Jorg Ricardo

La casa de Irma es lindísima, ella tiene la sala en el portal. Allí coloca los adornos que a veces tira al suelo de tierra el viento frío y misterioso de Los Naranjos. En las patas de los muebles pone unas laticas para que no le llegue la humedad a la madera. Más que un recurso utilitario es ya una estética de algunas casas de campo. Ellos tienen una plantica eléctrica y les llega la corriente sólo al mediodía para ver el noticiero y por la noche otro ratico. Dicen que tener planta es peor que tener paneles solares, porque el horario es dirigido, no se sabe bien por quién. ¡Irma nos dijo que tenía tremendas ganas de tomarse una limonada con hielitos! 


Foto: Jorg Ricardo
 
Irma se ha puesto muy bonita para recibir a La Cruzada hoy y se ha combinado con su nieta que actuó para los cruzados con un lindo vestido rosa.  Aunque allá arriba en Los Naranjos hay bastante fango, las mujeres se arreglan y se ponen sus más bellas galas para recibir al teatro que les llega de la ciudad.


Foto: Jorg Ricardo

El clima en casa de Irma es delicioso y hay olor a tierra húmeda y a yerba y a madera. Irma huele a muchacha libre del campo, a muchacha por la que no pasan los años y espera con las mismas ansias el regalo de “la luz” en la montaña.


Foto: Jorg Ricardo
 
El jardín es un sitio maravilloso. Ella ha hecho un caminito desde la sala de su casa hasta tres árboles grandes y fuertes que parecen haber nacido de la misma raíz. Hay mucha magia y silencio en ese jardí n y a veces algún duendecillo del monte pasa brincando las piedras y, si es descubierto, desaparece al instante.  


Foto: Jorg Ricardo

La gente del campo no se ríe mucho cuando uno llega así de pronto, todo curioso y con pinta rara. Pero cuando llevas un tiempo ahí ya te miran con cariño, igualito que a la gallina favorita de la casa. Tanto así que Irma nos prometió, para la próxima visita, asarnos un puerco para que probáramos bien su sazón. Nos prometió volver a estar ahí, fuerte, feliz y deseosa de ver su casa iluminada a todas horas. Nuestra promesa es volver y ayudarla a cocinar para que pueda ver el teatro y después comemos juntos con sabores mezclados entre el campo y la ciudad, entre Alamar, La Habana, Guantánamo y Guatemala.


Más fotografías en: https://www.facebook.com/pg/jorgricardofoto/photos/?tab=album&album_id=1357565734345959
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