1. La
vieja Boruga. De camino para Boca de Yumurí, los cruzados
bajaban unas curvas letales muy empinadas en las que los choferes tenían que
dar dos cortes de cirujano para no caer al abismo. Ahora, después del ciclón
Matthew, hay una nueva Boruga que pasa por Punta Silencio y deja disfrutar la
belleza del paisaje sin el pánico a morir. Dicen que cuando los militares
llegaron a ver a los damnificados del ciclón en Yumurí y tuvieron que bajar por
la vieja y terrorífica Boruga mandaron a construir la nueva y turística Boruga.
Vladimir cree que la guarandinga no va a resistir el camino y en ella van nuestros bultos y la comida. Foto: Jorg Ricardo |
2. La
Farola. Atraviesa todo el macizo montañoso Nipe-Sagua-Baracoa, con alturas hasta
de 450 metros sobre el nivel del mar. Es el último tramo de la Cruzada y, según
los choferes, la carretera más segura de todo el trayecto. Pero lo cierto es
que la gente se espanta y no le hace swing
a lo de “maravilla arquitectónica”. Algunos ni siquiera se bajan a comprar peter de chocolate en Alto de Cotilla.
Hace como dos o tres años, a la guagua que recogió a los cruzados para
llevarlos de vuelta a casa se le rompió la dirección en plena Farola y por
poquito se caen.
La Farola y su hermosa vista que fascina, pero asusta.Foto: Jorg Ricardo |
3. Trillo
mortífero de la Jaiba. Hasta allá no entran carros. Te dejan en la
carretera que pasa por Saburén, en Yateras, y tienes que seguir a pie hasta la
escuela. Cuando llueve, como este año, es un trillo de fango en el que se te
hunden los pies hasta la media pierna.
Yamisela, Isabel y yo camino a La Tinta, ellas están aterradas, yo me divierto un montón. Foto: Jorg Ricardo |
4. La Loma
del Naranjo. El terror de los cruzados es el camino para La
Tinta, en Maisí, una comunidad muy grande, pero muy alejada y con vías de
acceso muy extremas. Si llueve no puedes salir de donde estés, porque el fango
no cree en los títeres. Una vez, el camión cogió candela subiendo la loma y
este año ni siquiera lo intentamos. No pudimos llegar hasta la Tinta, por
recomendación de los propios pobladores.
Unos metros antes de la Loma del Naranjo, el Alto Mando de la Cruzada inspecciona el camino y decide no continuar hasta la Tinta. Foto: Jorg Ricardo |
5. Caminos
pedregosos de La Atención y Los Jagüeyes. Estos son caminos con peligros
normales para la zona: barranco de un lado, montaña del otro, una sola vía y
piedras, muchas piedras. Cuando llegas, te quedas dando saltos por el
brinca-brinca de casi dos horas de camino.
Iruán y Omarito, de Teatro de Los Elementos de Cienfuegos, regresan de una función memorable en Dos Pasos. Foto: Jorg Ricardo |
6. Puente
colgante de Dos Pasos. ¡Un puente colgante! Como en las películas, se
tambalea y se mueve de un lado para otro y las tablitas están claveteadas y
algunas andan flojas. Si das un paso en falso, el Toa inmenso te espera abajo
para abrazarte.
Sobre el camión van los valientes encapuchados, Edel, Ury y Rafael no creen en lluvia. Foto: Jorg Ricardo |
7. Fanguizales
de La Tagua, Alto de Tagua y Potosí. En Manuel Tames los caminos están de truco. Los
choferes no les temen a las alturas, le temen al fango. El supercamión Kamaz
blanco se hundía hasta la parte de arriba de la llanta y se quedaba como
colgando de un costado. No se puede medir la profundidad de un cráter lleno de
agua y fango en medio del camino, a eso le temen los choferes.
8. Curva
satánica de El Guárano a Cantillo. Los tres días que hicimos campamento en El Guárano
tuvimos que pasar por aquella terrible curva con barrancos medianos de ambos
lados. Del lado derecho, cuando se va para Cantillo, hay un cementerio de
carros. Sobresale un chasis de Lada incrustado en la ladera y si miras para
abajo te encuentras timones, guardafangos, tubos de escape y cualquier otra
parte de carro.
La gente del grupo La Barca con Soberbio y Generoso, camino al paraíso de Los Naranjos. Foto: Jorg Ricardo |
9. Camino
fanguipedregoso de Los Naranjos. De Felicidad para Los Naranjos hay que subir en una
carreta con Soberbio y Generoso, la ruta de bueyes de la zona. El camino dicen
que fue empedrado por los esclavos de los cafetales franceses, pero parece que
desde aquel entonces más nadie le ha dado mantenimiento y los bueyes se
entierran en el fango y forman un patraypalante que a mí me dio por bajarme en
la mitad del camino y seguir dos kilómetros a pie.
Casi llegando a Mandinga, los niños se asustan ante la terrorífica Loma del Nene. Foto: Jorg Ricardo |
10. La Loma
del Nene. De Boca de Yumurí para Mandinga son como dos horas de camino y más
para allá de la mitad hay que subir la Loma del Nene. Está tan peligrosa y
empinada que hasta la han asfaltado. Son solo unos metros, pero suficientes
para ver gritar a nativos y extranjeros. La loma es casi del mismo ancho que el
camión, solo quedan unas pulgadas de lado y lado. Todos conocen la Loma del
Nene, pero somos pocos los afortunados que también conocemos al Nene. Él es un
viejito bello y bueno, el papá de Rafael, el maestro de Cantillo, y vive en una
casita después de la curva satánica que viene de El Guárano. El Nene, cuando
era joven, vivía en el camino de Mandinga, al lado de la loma que la gente
bautizó con su nombre.
Después de las clases Ramón lucha por su vida en el Sorribo de Patana camino a casa. Foto: Jorg Ricardo |
11. Sorribo
de Patana. Hay un atajo para llegar más rápido a La Máquina, la capital de Maisí,
pero pocos lo conocen porque es el camino del maestro Ramón, descubierto por él
hace una pila de años. Es un farallón que él escala para cortar camino y hacer
4 en vez de 7 kilómetros. Hay que escalar por el diente de perro y si te caes,
te matas. Cuando el maestro le dijo a la abuela de su alumna Sayonara que me
iba a enseñar su camino, ella le dijo en una jerga extraña: “Mongo, no se lleve
a esa muchacha por ese sorribo, que propinco
se muere”.
Rafael fundador de la Cruzada y sobreviviente de accidentes en la montaña, aún cree en el arte. Foto: Jorg Ricardo |
12. Camino
pantanoso a Monte Verde. Aquí no hay lomas, no hay barrancos ni sorribos.
Es un camino llano de fango colorado, pero es un fango denso y pantanoso que te
succiona. En el Kamaz blanco y con el gran Robertico al timón, nos tardamos 46
minutos en recorrer solo 3 kilómetros.
La Zeta de la Muerte se divisa a lo lejos y en el camión cunde el pánico. Foto: Jorg Ricardo |
13. La zeta
de la muerte. De camino para Yacabo Arriba, en Imías, está una
de las carreteras más temidas por cruzados y pobladores. Estás tan alto que ves
a las vacas en miniatura y las casitas se te pierden entre el follaje. Aquí hay
barranco por ambos lados, solo queda un pedacito insignificante de tierra entre
las ruedas del camión y la nada. Desde lejos se divisa la zeta y no te crees
que tengas que pasar por ahí. ¡Es imposible! Cuando te convencen de que,
efectivamente, es por ahí, entras en pánico. En estos caminos no hay asfalto,
son como terraplenes en el mejor de los casos. Unos metros antes de llegar a la
zeta hay cuatro trabajadores con sombreros y camisas de mangas largas que dan
mantenimiento constante a ese tramo. Se encargan de apartar las piedrecitas del
camino, de mantenerlo seco, y supongo están allí también para avisar de
inmediato cuando alguien caiga por el barranco. Ellos te saludan con el orgullo
de saberse tus salvadores y quizá los últimos que saludarás en la vida.
Las carreteras pueden ser peligrosas, pero los paisajes y los que se atreven a cruzarlos son siempre hermosos. Foto: Jorg Ricardo |
Más fotografías de Caminos Peligrosos en:
https://www.facebook.com/pg/jorgricardofoto/photos/?tab=album&album_id=1337077396394793
Isa gracias por compartir tus vivencias, por enamorarnos del teatro, y de ese espacio limítrofe entre el peligro de los caminos que te llevan a sentirte especial, q te enamoran del teatro, aunq te pueda costar la vida. #amandolacruzada
ResponderEliminarCarlitos, muchas gracias, tú y yo vivimos juntos la aventura del teatro en el pico más alto de Cuba, recuerdas? Esa fue otra bellísima apuesta por el teatro.
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